EL OLVIDO - Laura Pineda


El olvido es la incapacidad de acceder a los contenidos de la memoria. Éste, es tan importante como la memoria, ya que si fuésemos capaces de recordar todo lo vivido y aprendido, no podríamos gestionar tales cantidades de información, suponiendo un gasto inútil de energía. Así mismo, se priorizan los contenidos utilizados en cada momento.

Existen dos posturas contrarias frente al olvido. Para los psicoanalistas, el olvido es un mecanismo de defensa. Es decir, olvidamos lo que es demasiado doloroso o perturbador y así continuar con nuestra vida. Se da en niños que sufrieron malos tratos o casos de violencia. No obstante, en el trastorno por estrés postraumático, sucede lo contrario. Los individuos que padecen esto, no pueden olvidar experiencias muy traumáticas (véase una guerra o un atentado).



Olvido y niveles de procesamiento de la información

Según Fergus I.M Craik y Robert S. Lockhart, existen tres niveles de procesamiento de la información:

     
  • Nivel superficial (información sensorial)
  • Nivel intermedio (información que ayuda al reconocimiento)
  • Nivel profundo (información con significado)
A más se procesa la información durante la codificación, más duradera es la memoria a largo plazo y menor el olvido. Por ejemplo, cuando se procesan los aspectos físicos, la memoria es débil; pero, al codificar su significado, la huella de memoria se vuelve más fuerte.

Así, el buen rendimiento de la memoria no depende de las veces que se repita la información, sino de la mayor profundidad de su análisis. Esto es algo a tomar en cuenta a la hora, por ejemplo, de estudiar. No es lo mismo repetir (repaso de mantenimiento) que comprender (proceso de elaboración).




Factores que dificultan el proceso de recuperación de la información

La recuperación es el proceso que hacemos en el presente y en el que varios factores pueden influir:


  • El contexto. Cuando codificamos una información, también procesamos información sensorial del medio ambiente externo en el que se ha producido. Para recordarlo, conviene situarse en el mismo contexto donde se codificó, o en uno parecido, o intentar recordar situaciones similares al original.
  • El estado de ánimo. Éste puede facilitar o dificultar la recuperación de la información. Cuando estamos contentos, sólo recordamos los momentos felices. Al contrario, los días tristes no podemos recordar los momentos alegres del pasado. Es frecuente que el estado de ánimo pueda traer al recuerdo un momento específico aunque no lo hayamos buscado debido a que en ese momento teníamos las mismas emociones que en el presente.
  • Las interferencias. Pueden ser de dos tipos: proactivas y retroactivas. Las proactivas ocurren cuando una información que tenemos en la memoria desde hace tiempo, interfiere en el recuerdo de algo codificado recientemente (por ejemplo, cuando cambiamos de número de teléfono y nos resulta más difícil recordar el nuevo número). Y, las retroactivas que suceden cuando la información se nueva codificación interfiere en los recuerdos previamente almacenados (por ejemplo, cuando nuestros padres nos cuentan una anécdota de la infancia y no llegamos a diferenciar si lo hemos vivido o es lo que nos han contado). 


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